José García Montero

(1836-1913) Poeta, fabulista y dramaturgo. Nació y falleció en Mérida. Podría considerársele el creador del teatro cómico regional. Estudió en el Seminario Conciliar de San Ildefonso y se recibió de abogado en 1862. Desempeñó su profesión por corto tiempo, prefiriendo consagrarse a la docencia y a las letras. Es fundador del Colegio García Gutiérrez (1887). Su obra literaria fue diversa y comprende drama, prosa, poesía, crítica y ensayo. Fue colaborador de “El Álbum Yucateco” (1861), “El Álbum Meridano” (1869) y “La revista de Mérida” (1869). Su primer drama data de 1853, “Las víctimas del amor”; luego escribiría las zarzuelas: “Engañar con la verdad”, “El gran presidente”, “El mundo al derecho y al revés”. También es autor de “Como quieras”, “Las hormigas blancas”, comedias de costumbres mexicanas; “Santo Floro”, “La luz del mundo”, “El que llora será consolado”, “Vida y muerte”, estos últimos, dramas. Sus obras fueron muy populares en su tiempo: en 1871 le fue escenificada “Como quieras” (pieza en un acto y en verso); en 1872, “El que llora será consolado”; así mismo le fue estrenado en 1874 el juguete cómico “El rábano por las hojas o Una fiesta en Hunucmá”, quizás la primera comedia del teatro regional, y en 1985, se representó “Tiró el diablo la manta”, zarzuela en dos actos con música de Agustín Cuevas. Empleó diversos seudónimos, tales como “D. Antruejo”, usado para escribir sus famosas “Jaranas del Carnaval” en 1864; “El Tripón” y “El Yucateco”. Julio Castillo Pazos editó sus obras completas en varios tomos, que contenían casi un centenar de fábulas, así como refranes y versos jocosos.[1]

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Selección de Historia de la Literatura en Yucatán[2]

LA CIGARRA Y EL RUISEÑOR

Una mañana le dijo

la cigarra al ruiseñor:

Compañero, compañero,

¡qué bien que cantamos los dos!

Eso es falso –replicole

el placentero cantor–

que si tu canto fastidia

mi canto dicen que no.

¿Y qué importa –dijo la otra–

si al fin cantamos los dos?

Eso es cierto -contestole,

y volando se marchó.

Y allá entre el ramaje espeso

dicen que dijo: “¡Gran Dios!

cuántas cigarras conozco

como ésta que así me habló,

que porque chillan se juzgan

iguales a un ruiseñor”.

A cuantos enseñaría

esta pequeña lección,

para aplicársela luego

a tantísimo escritor,

que porque escriben un párrafo

detestable, insulso, atroz,

el público ha dicho, “esos

escritores también son”.

Y si algún severo crítico

por hacerles un favor

con prudencia les demuestra

la notable distención

no faltará quien le diga:

“¿Y qué importa, buen señor,

que yo cante bien o mal

si al fin cantamos los dos?

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LA MARIPOSA VANA

(1862)

Vi a una oruga arrastrarse por el suelo

y pasear por doquiera

con inmundos insectos;

y la vi luego remontar el vuelo

osada y altanera

con desprecio mirar su baja esfera.

Ya con ellos jamás se acompañaba,

ni con ellos como antes compartía

sus penas y placeres, pues los veía

e indignos los juzgaba

de hacerles compañía;

que con nítidas alas de colores

sólo era digna de fragantes flores.

Aquella oruga sucia y asquerosa

convertida después en mariposa,

sólo aspiraba el perfumado ambiente

de clavel en clavel, de rosa en rosa,

y los rayos de Febo refulgente

ostentaba sus galas,

movimiento con presteza sus dos alas.

Mas ¡oh desgracia! El huracán insano,

destructor y tirano,

que horrísono silbaba

y por doquier llevaba

la destrucción y muerte;

que hizo inclinar al árbol aun más fuerte

la altiva copa hasta su tronco umbrío;

que hizo temblar al río

y tronchó la corola de las flores,

arrojó al gusanillo de colores

e hizo pedazos todo su atavío.

Entonces, sin consuelo,

otra vez arrastrándose en el suelo,

a todos los insectos alborota

que de ella se reían con chacota.

Ante otros gusanillos aún no alados,

exclamó la infeliz: “Seres creados,

a todos aproveche el desengaño

de aquesta mariposa,

que, viviendo orgullosa,

la cuitada labró su propio daño”.

¡Ay de aquel que, elevado

desde el polvo a los cuernos de la luna,

no recuerda el menguado,

volverle las espaldas la fortuna!

¡Ay de aquél que, orgulloso,

al mísero desprecia,

porque se juzga fuerte y poderoso!

Que al fin llegará un día

en que lo arroje el huracán de los alto,

y en que el mísero ría.

¡Y ay también de la hermosa

que todo murmura,

y no recuerda que la mariposa

es el espejo fiel de su hermosura!

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INRI

Donde el Dios hombre

triste moría,

allí se veía

esta inscripción.

Poncio Pilato

la hizo irrisoria

siendo la gloria

del Redentor.

En tres idiomas escribió el rótulo

fueron hebraico, griego y latín,

y de ese modo todos supieron

quien era el mísero que iba a morir.

Y en el madero

del sacrificio

clavó a la victima

donde iba a expirar

todas sus faltas,

todos sus vicios,

todos sus crímenes

la humanidad.

¡Ay! aquel hombre

que con escarnio

y en un patíbulo

quiso expirar,

vino a enseñarnos

en este mundo

amor al prójimo

y la humildad.

Y este santo madero

en que Jesús murió,

fue en todos tiempos

de gran veneración.

Y acompañando al hombre en sus borrascas

Doquiera le ha llevado en su pendón,

Y en las conquistas de ignoradas tierras

También en sus victorias le llevó.

Es el signo elegido entre cristianos

Para su fe, adelanto y religión,

Y se ostenta en el pecho con orgullo

Como insignia de heroísmo y de valor.

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Crítica Literaria

En los años 1900 y 1901, Julio Castillo Pazos, escritor y periodistas, editó las obras completas de García Montero en varios tomos. El de las fábulas contiene 95 fábulas divididas en fábulas morales, literarias y mitológicas, mitológicomorales, políticas y refraneras, y de ellas dice don Crescencio Carrillo y Ancona en el prólogo: “La colección de sus fábulas, que son todas originales, es la primera que se contará en la bibliografía yucateca… con la especialidad de haberse propuesto en el plan de las morales escribir una fábula de cada clase de composición en cuanto a la forma y reglas particulares, según se clasifican en el arte poético bajo los varios nombres técnicos o particulares. Así es que en ellas se encuentran reunidas endechas, silvas, endechas reales, sáficos, octavas de agudos, octavas heroicas, sonetos, décimas, tercetos, litas, romances heroicos, romancillos, acrósticos, seguidillas, alejandrinos, letrillas, sextinas, sextillas, ovillejos, redondillas, serventesios, quintillas, quebrados, coplas, polímetros, versos libres, etc., y en fin, el único modo de mezclas los asonantes practicado por el autor en las mitológicomorales” (“Biblioteca de Señoritas”, 1868). Es evidente que los modelos que sirvieron a García Montero para sus fábulas fueron los dos más conocidos fabulistas españoles, Iriarte y Samaniego, aunque a veces nos recuerda al francés La Fontaine. Frecuentemente mezclaba en una misma fábula la manera característica de ambos españoles (…) Iriarte descollaba por su cultura y su gracejo satírico, y Samaniego por su sencillez y naturalidad. García Montero que era, por temperamento, satírico y mordaz, y también sobresalía por su cultura, semejaba en ocasiones al primero; y otras veces, sobre todo en aquellas fábulas escritas ex profeso para los niños, despojábase de su espíritu burlón, y se acercaba a Samaniego por su sencillez y naturalidad. Sin embargo hay gran diferencia entre García Montero y Samaniego, y mucho más entre aquél y don Tomás Iriarte. La diferencia radica en que ninguno de los españoles era poeta lírico, aunque sí dos maravillosos versificadores.

José Esquivel Pren.[3]

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[1] Diccionario de escritores de Yucatán. Peniche Barrera, Roldán y Gaspar Gómez Chacón. . Instituto de Cultura de Yucatán, México, 2003. P. 72.

[2] Historia de la Literatura en Yucatán, Tomo V, Los Poetas del Siglo XIX, Ediciones de la Universidad de Yucatán, México, 1975. P. 76- 82.

[3] Historia de la Literatura en Yucatán, Tomo V, Los Poetas del Siglo XIX, Ediciones de la Universidad de Yucatán, México, 1975. P. 84- 85.