Pool Ix Teresa
La mentira de un conejo
Esta narración me la hizo doña Loreto Poot del pueblo de Ixil y habla de la mentira de un conejo.
En una ocasión hubo un conejo que fue a pasear al monte y que se encontró una matita de maíz en el excremento de una res y dijo:
-Ea, voy a vender mi cosecha este año. Contento regresó y fue rápidamente a pregonar el maíz a mucha gente. Primero fue con doña Cucaracha y le dijo:
-Doña Cucaracha ¿me compras maíz? Estoy vendiendo la carga a un peso.
-¡Cómo no, tráeme una carga! –contestó.
-Para asegurarlo me tienes que pagar primero –contestó el conejo.
-Está bien –contestó la cucaracha- ¿Cuándo me lo entregas?
-Dentro de un mes –respondió el conejo.
Se fue de la casa de la cucaracha y se dirigió con doña Gallina.
-Doña Gallina ¿me compras una carga de maíz?
-¿A cómo la estás vendiendo? -A un peso la carga.
-¡Cómo no! Tráeme tres cargas. ¿Cuándo me la darías? –le preguntó.
Dentro de un mes –contestó el conejo-. Pero debes pegármelo primero, para que no lo venda a otra gente. -Está bien –respondió la gallina.
Después fue con el señor Zorro. -Buenas, señor Zorro, llegué a visitarte porque ando vendiendo maíz. Si necesitas algo, estoy vendiendo la carga a un peso.
Después de pensarlo un rato, el zorro respondió: -Creo que mejor me traes dos cargas. ¿Cuándo me lo vas a entregar?
-Dentro de un mes, pero me lo tiene que pagar de una vez para que no lo venda a otra gente.
-Está bien –contestó el zorro, y pagó. Después fue a ver al señor Perro y le dijo: -Señor Perro ¿necesitas maíz? Vine a decírtelo porque yo pensé que quizás lo quieres y no vaya a ser que se me acabe.
-¿A cómo lo estás vendiendo? –preguntó el perro. -A un peso la carga.
-Está bien, tráeme aunque sea una caja.
-Pero me lo tienes que pagar ahora –dijo el conejo-, pues mucha gente me lo está pidiendo.
-Cómo no, aquí está el dinero.
El conejo se fue entonces con el señor Tigre y le preguntó:
-Señor Tigre ¿necesitas maíz?, ya casi se me acaba.
-¿A cómo lo estás vendiendo? –preguntó el señor Tigre.
-A un peso la carga. -Está bien, tráeme dos cargas, nada más que no te tardes.
-¿Cómo crees? –contestó el conejo- Cuando mucho te lo entregaré en un mes.
Se fue de allí y llegó con el señor Cazador y le dijo:
-Señor Cazador ¿necesitas maíz? Mucha gente me lo está pidiendo y pensé que “lo mejor es ir a ver al señor cazador”, porque él es mi amigo y por eso aquí me tienes.
-¿Y a cómo lo vendes? –preguntó el cazador. -Estoy vendiendo a un peso la carga, sólo que para asegurarlo me lo tienes que pagar primero, porque mucha gente me está pagando más del valor del maíz, pues saben que estoy vendiendo buen maíz.
-Si es así, tráeme cuando menos de tres cargas y aquí tienes el dinero de una vez, no vaya a ser que me quede sin maíz.
-Solamente que lo traigo en un mes.
-No importa, con tal de que no se lo vendas a otra gente.
El conejo se fue contentísimo porque ya tenía mucho dinero. Cuando llegó el día en que debía entregar las cargas, fue a ver al monte para ver si ya había crecido la matita de maíz para cosecharlo. Pero se sorprendió enormemente de no encontrar la matita donde la había dejado, pues ya se la había comido el iguano. Esto lo enojó mucho y no supo qué decirle a la gente a quien le había vendido el maíz. Muy preocupado se sentó sobre una piedra a pensar muy bien lo que podía hacer. Y en el camino a su casa siguió pensando lo que podría hacer con ese problema. Comenzó por avisar a los compradores sobre el día y la hora en que debían pasar a recoger su maíz. La cucaracha fue la primera en llegar.
El conejo fingió que estaba moliendo pozole.
-Buenas, señor Juan –dijo doña Cucaracha.
-Buenas. Entra, doña Cucaracha –respondió el conejo. Como ves estoy moliendo el pozole y haciendo la comida para los señores que fueron a la cosecha. Ya se me hizo tarde. Nirik´, nirik´, nirik´ sonaba la piedra donde molía. El conejo entraba y salía presuroso de la casa. Cuando vio que llegaba doña Gallina rápidamente entró en su casa y le dijo a doña Cucaracha:
-Doña Cucaracha, ¿sabes una cosa? Está viniendo doña Gallina, escóndete detrás de la puerta, porque si te ve te come.
-Buenas, señor Juan, vine por mi maíz –dijo doña Gallina. -Ahora voy. Estoy muy atareado, tengo que moler el pozole y hacer la comida para los cosechadores. Espera un momento a que termine mi molienda. Llegó otra vez donde estaba el metate y comenzó a moler. Nirik´, nirik´, nirik´ , sonaba el metate así porque no estaba moliendo nada encima.
Dejó de moler, se acercó a doña Gallina y le dijo en voz baja: -¿Sabes una cosa? Doña Cucaracha está escondida detrás de la puerta. La gallina fue rápidamente detrás de la puerta y posom, posom, se tragó a la cucaracha. Mientras tanto el conejo, temblando, entraba y salía de la casa.
-Buenas, señor Juan, vine a buscar mi maíz –dijo el señor Zorro.
-Ejem, espera. Trabajo con mucha prisa porque estoy solo. Nirik´ , Nirik´ , nirik´ y de nuevo se puso a moler. Momentos después se acercó a decirle a doña Gallina así:
-Escóndete debajo de la mesa, porque acaba de llegar el señor Zorro, no te vaya a comer. Cuando salió le dijo al zorro así:
-Debajo de la mesa está doña Gallina. El zorro entró corriendo a la casa y fue directamente debajo de la mesa, atrapó a la gallina y se la comió. En ese preciso momento vio que llegaba el señor perro y fue a decirle al señor Zorro:
-Señor Zorro, señor Zorro, escóndete por que está llegando el perro, no te vaya a matar –dijo esto y volvió a fingir que trabajaba. Cuando llegó el señor Perro le dijo:
-Debajo de la mesa está escondido el señor Zorro. El perro se abalanzó sobre el zorro y lo mató.
El conejo volvió a aparentar que trabajaba y en eso vio que llegaba el señor tigre. Entonces fue a decirle al señor Perro:
-Señor Perro, escóndete, porque está llegando el señor Tigre; lo mejor es que te guardes. El señor Perro se fue a esconder dentro de la casa. De nuevo el conejo fingió que estaba moliendo y cuando llegó el tigre le dijo: -Adentro está escondido en señor Perro. Entonces el tigre entró y mató al perro. El conejo continuó moliendo y cuando vio venir al cazador rápidamente entró a decírselo al señor Tigre:
-Señor Tigre, señor Tigre, escóndete, apúrate, porque ahí viene el señor cazador, no te vaya a matar. Cuando lo escuchó el tigre entró a esconderse rápidamente en la casa.
-Buenas, señor Juan, vine por mi maíz –dijo el cazador llegando a la puerta.
-Ejem, espera un momento –y salió a decirle en voz baja
-¿Sabes qué?, dentro de la casa está escondido el señor Tigre, si quieres entra y lo matas. -¡Cómo no! –respondió el cazador:
-Ni tú ni yo: el maíz no existe. Mejor dame la carne y te quedas con la piel. Una vez que se lo dividieron, quedaron contentos.
Como en todas las narraciones sobre el conejo Juan, éste salió bien librado del problema en que se había metido. Cuando pasé por allá, el conejo estaba vendiendo carne.
-Ea, voy a vender mi cosecha este año. Contento regresó y fue rápidamente a pregonar el maíz a mucha gente. Primero fue con doña Cucaracha y le dijo:
-Doña Cucaracha ¿me compras maíz? Estoy vendiendo la carga a un peso.
-¡Cómo no, tráeme una carga! –contestó.
-Para asegurarlo me tienes que pagar primero –contestó el conejo.
-Está bien –contestó la cucaracha- ¿Cuándo me lo entregas?
-Dentro de un mes –respondió el conejo.
Se fue de la casa de la cucaracha y se dirigió con doña Gallina.
-Doña Gallina ¿me compras una carga de maíz?
-¿A cómo la estás vendiendo? -A un peso la carga.
-¡Cómo no! Tráeme tres cargas. ¿Cuándo me la darías? –le preguntó.
Dentro de un mes –contestó el conejo-. Pero debes pegármelo primero, para que no lo venda a otra gente. -Está bien –respondió la gallina.
Después fue con el señor Zorro. -Buenas, señor Zorro, llegué a visitarte porque ando vendiendo maíz. Si necesitas algo, estoy vendiendo la carga a un peso.
Después de pensarlo un rato, el zorro respondió: -Creo que mejor me traes dos cargas. ¿Cuándo me lo vas a entregar?
-Dentro de un mes, pero me lo tiene que pagar de una vez para que no lo venda a otra gente.
-Está bien –contestó el zorro, y pagó. Después fue a ver al señor Perro y le dijo: -Señor Perro ¿necesitas maíz? Vine a decírtelo porque yo pensé que quizás lo quieres y no vaya a ser que se me acabe.
-¿A cómo lo estás vendiendo? –preguntó el perro. -A un peso la carga.
-Está bien, tráeme aunque sea una caja.
-Pero me lo tienes que pagar ahora –dijo el conejo-, pues mucha gente me lo está pidiendo.
-Cómo no, aquí está el dinero.
El conejo se fue entonces con el señor Tigre y le preguntó:
-Señor Tigre ¿necesitas maíz?, ya casi se me acaba.
-¿A cómo lo estás vendiendo? –preguntó el señor Tigre.
-A un peso la carga. -Está bien, tráeme dos cargas, nada más que no te tardes.
-¿Cómo crees? –contestó el conejo- Cuando mucho te lo entregaré en un mes.
Se fue de allí y llegó con el señor Cazador y le dijo:
-Señor Cazador ¿necesitas maíz? Mucha gente me lo está pidiendo y pensé que “lo mejor es ir a ver al señor cazador”, porque él es mi amigo y por eso aquí me tienes.
-¿Y a cómo lo vendes? –preguntó el cazador. -Estoy vendiendo a un peso la carga, sólo que para asegurarlo me lo tienes que pagar primero, porque mucha gente me está pagando más del valor del maíz, pues saben que estoy vendiendo buen maíz.
-Si es así, tráeme cuando menos de tres cargas y aquí tienes el dinero de una vez, no vaya a ser que me quede sin maíz.
-Solamente que lo traigo en un mes.
-No importa, con tal de que no se lo vendas a otra gente.
El conejo se fue contentísimo porque ya tenía mucho dinero. Cuando llegó el día en que debía entregar las cargas, fue a ver al monte para ver si ya había crecido la matita de maíz para cosecharlo. Pero se sorprendió enormemente de no encontrar la matita donde la había dejado, pues ya se la había comido el iguano. Esto lo enojó mucho y no supo qué decirle a la gente a quien le había vendido el maíz. Muy preocupado se sentó sobre una piedra a pensar muy bien lo que podía hacer. Y en el camino a su casa siguió pensando lo que podría hacer con ese problema. Comenzó por avisar a los compradores sobre el día y la hora en que debían pasar a recoger su maíz. La cucaracha fue la primera en llegar.
El conejo fingió que estaba moliendo pozole.
-Buenas, señor Juan –dijo doña Cucaracha.
-Buenas. Entra, doña Cucaracha –respondió el conejo. Como ves estoy moliendo el pozole y haciendo la comida para los señores que fueron a la cosecha. Ya se me hizo tarde. Nirik´, nirik´, nirik´ sonaba la piedra donde molía. El conejo entraba y salía presuroso de la casa. Cuando vio que llegaba doña Gallina rápidamente entró en su casa y le dijo a doña Cucaracha:
-Doña Cucaracha, ¿sabes una cosa? Está viniendo doña Gallina, escóndete detrás de la puerta, porque si te ve te come.
-Buenas, señor Juan, vine por mi maíz –dijo doña Gallina. -Ahora voy. Estoy muy atareado, tengo que moler el pozole y hacer la comida para los cosechadores. Espera un momento a que termine mi molienda. Llegó otra vez donde estaba el metate y comenzó a moler. Nirik´, nirik´, nirik´ , sonaba el metate así porque no estaba moliendo nada encima.
Dejó de moler, se acercó a doña Gallina y le dijo en voz baja: -¿Sabes una cosa? Doña Cucaracha está escondida detrás de la puerta. La gallina fue rápidamente detrás de la puerta y posom, posom, se tragó a la cucaracha. Mientras tanto el conejo, temblando, entraba y salía de la casa.
-Buenas, señor Juan, vine a buscar mi maíz –dijo el señor Zorro.
-Ejem, espera. Trabajo con mucha prisa porque estoy solo. Nirik´ , Nirik´ , nirik´ y de nuevo se puso a moler. Momentos después se acercó a decirle a doña Gallina así:
-Escóndete debajo de la mesa, porque acaba de llegar el señor Zorro, no te vaya a comer. Cuando salió le dijo al zorro así:
-Debajo de la mesa está doña Gallina. El zorro entró corriendo a la casa y fue directamente debajo de la mesa, atrapó a la gallina y se la comió. En ese preciso momento vio que llegaba el señor perro y fue a decirle al señor Zorro:
-Señor Zorro, señor Zorro, escóndete por que está llegando el perro, no te vaya a matar –dijo esto y volvió a fingir que trabajaba. Cuando llegó el señor Perro le dijo:
-Debajo de la mesa está escondido el señor Zorro. El perro se abalanzó sobre el zorro y lo mató.
El conejo volvió a aparentar que trabajaba y en eso vio que llegaba el señor tigre. Entonces fue a decirle al señor Perro:
-Señor Perro, escóndete, porque está llegando el señor Tigre; lo mejor es que te guardes. El señor Perro se fue a esconder dentro de la casa. De nuevo el conejo fingió que estaba moliendo y cuando llegó el tigre le dijo: -Adentro está escondido en señor Perro. Entonces el tigre entró y mató al perro. El conejo continuó moliendo y cuando vio venir al cazador rápidamente entró a decírselo al señor Tigre:
-Señor Tigre, señor Tigre, escóndete, apúrate, porque ahí viene el señor cazador, no te vaya a matar. Cuando lo escuchó el tigre entró a esconderse rápidamente en la casa.
-Buenas, señor Juan, vine por mi maíz –dijo el cazador llegando a la puerta.
-Ejem, espera un momento –y salió a decirle en voz baja
-¿Sabes qué?, dentro de la casa está escondido el señor Tigre, si quieres entra y lo matas. -¡Cómo no! –respondió el cazador:
-Ni tú ni yo: el maíz no existe. Mejor dame la carne y te quedas con la piel. Una vez que se lo dividieron, quedaron contentos.
Como en todas las narraciones sobre el conejo Juan, éste salió bien librado del problema en que se había metido. Cuando pasé por allá, el conejo estaba vendiendo carne.
1) "Cuentos Mayas Tradicionales". Irene Dzul Chablé, Colección Letras Mayas Contemporáneas 1994. Pg.33..