Raúl Renán González
Nació en Mérida el 2 de febrero de 1928. Es conocido literariamente como Raúl Renan y en su tierra natal se le recuerda como El Bachiller. A principios de la década de los 50 formó parte del grupo de la revista Voces Verdes. En 1956 se trasladó a la ciudad de México, D. F., donde estudió teatro y literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado en diversos periódicos y revistas: México en el Arte, Vuelta, México en la Cultura, Sábado de Unomásuno, Revista de Poesía de la UNAM, Páginas (Instituto de Cultura de Yucatán), El Camaleón (colectivo sobre cosas visuales hecho en el barrio Itzimná de Mérida), y por muchos años se ha mantenido vinculado a esfuerzos de promoción editorial, sobre todo literaria. Es fundador de la editorial Máquina eléctrica para la difusión de nuevos poetas, Papeles, pliego seriado de literatura y Fósforos, cajas de poesías en coedición con Verdehalago y Enkidu.
Entre sus obras se encuentran cuentos, poesía y ensayos. Está incluido en Poesía erótica mexicana 1889-1980 en 2 tomos, recopilada por J. Levi (Edit. Domés, S. A. 1982); Minimalism in mexican poetry, 1900-1985 (Tooth of Time Books, Santa Fe, New Mexico, 1988); Antología poética sobre el Quijote, (Museo iconográfico del Quijote. Fundación Cervantina Eulalio Ferrer, 1989); Anuario de poesía 1988-1989 y Anuario de poesía, 1990 (INBA).
Obra poética: Lámparas oscuras (haiku), 1976; Catulinarias y sáficas (selección) 1979; El Tucán de Virginia, 1981; De las queridas cosas, 1982; Pan de tribulaciones, UAM-Azcapotzalco, 1984; Los urbanos, 1988; Viajero en sí mismo, 1991 y Los niños de San Sebastián, 1986; relatos.
En 1992, junto con Roldán Peniche Barrera, recibió el Premio Antonio Mediz Bolio. Le ha sido otorgada la Medalla Yucatán. Ha recibido reconocimientos del INBA/UAM-Azcapotzalco, la Universidad de Querétaro y del Instituto de Literatura de Guadalajara[1].
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Selección de La Voz ante el espejo: Antología general de poetas yucatecos[2]
Catulinarias
(Fragmento)
VII
Es cierto que todos,
esclavos y nobles
se inclinan a tu paso,
Numa Tirano…
no está lejos el día
en que también se humille
ante tu majestad la rama de la horca.
X
¿Qué es lo que piensa Digitario
Cuando una fisura de su frente
tira de un hilo que va deshilvanando
su vida hasta que nada más queda de ella
sus manos hacendosas, industriosas?
XIII
Patronio
en el último sermón a sus esclavos
sentenció inspirado:
“la vida para el trabajo
y la muerte para el reposo”.
Los esclavos, complacientes
con la fatiga de Patronio,
lo mandaron a descansar
con un puñal en el costado.
XXIV
Débil de carácter te sentencian
Homobono,
como si no exigiera de carácter grandeza
habitar este reino,
en donde como tú, tus mismas rosas
se pudren de horror.
XXXIII
Penefasto
para honra de su nombre,
tiene la genital costumbre
de mojar el pie de los rosales.
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Sáficas
Catulinarias y Sáficas, 1983.
(fragmento)
III
Balan ovejas sobre el pasto etéreo
que rumoroso bulle en verdes cantos
bajo la nave en que navega el templo:
viento en contra.
VIII
Bellos tus versos y altos los sentidos
desbastas con tu pluma sobre el pliego.
Es belleza invisible, Publio Vatis:
para el espejo.
XII
En la otra cara del espejo oscura
está la tuya Oblicuo, verdadera,
no la busques delante por los brillos:
moral de azogue.
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De Pan de tribulaciones, 1984.
I
¿Dónde la letra es más cruel que la herida
en flor? ¿Cuál venablo llega profundo
al sinfín de la duda? Y acomete
a estocadas el verso, -melladura.
El filo suplicante del acero
fundido en corazón, corta a mandoble,
y el sueño, como sangre, se dispersa
entre las flores blancas del cuaderno.
Al cuello la estrofa clava sus cuatro
uñas, para impulsar fuego a la muerte.
Levantará poema cercenado
la vida con su sangre, con sus huesos:
nacimiento del guerrero que trova,
del trovador que tañe con la espada.
XIV
El nuevo héroe lleva en las espaldas
la bolsa de la vida, sus despojos
y en su amargura el sueldo de un trabajo
que retribuye viandas, las virutas
del humo y los relatos de aventuras.
Pinta las asonantes de sus versos
agrios y sudorosos, inconformes,
y a flor de pluma brotan las mentadas.
El otro, el embozado, tras la hoja
devora el pan de las tribulaciones
de su guerrero poeta que se parte
en dos o más la madre por la puta;
¿de dónde vienes vida? Contonea
mi corazón en tu puñal guardado.
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En una calle de la ciudad noctura
Oigo un clamor desesperado
y todo es calma inocente.
No puedo olvidar que esta vida
es una ardiente fábula
en que viajamos ciegos.
Este es el viento que cala mi cabeza
como un sombrero de alucinaciones.
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Grafito
La brusca caligrafía de mi nombre
no hiere ningún corazón;
reconozco sus rasposas erres solitarias
y las soporta el muro lamoso
como una cicatriz.
En un acto de leal correspondencia
llevo grabado el muro en mi memoria.
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La fuente de la plaza
Los urbanos, 1988.
Espían su ducha constante
nubes en ronda.
Algo de río yergue
instintivo su regazo.
Como escupir al cielo tiene vuelta
recibo en castigo una ciudad
torcida sobre mi espalda.
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Voz
EN MI VOZ me instalo
y mi rostro se oye.
El discurso de los astros
Es un poema infinito.
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Sueño
UN HACHON
con una llamada de flamboyanes.
No hay que perder de oído
a la rueca que hila la noche
ni a los ayes que escapan
de la almohada.
Sueños arriba, montaremos la red
para atrapar
los versos que cantan
las sirenas.
Y al regresar los ojos
todo habrá parecido
de manera distinta.
Los dioses viven dentro
claman dentro
mueren dentro.
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Silbido
EN LAS RAMAS del aire
no hay alas posibles.
Un pájaro emerge
de un remolino
que muere en volutas.
Montado en una sierpe
se anuncia sereno
y como un tobogán
la primavera se precipita
en circunvoluciones.
Hay que atar al verano.
La cigarra sigue colgada de su grito
como hace siglos.
Secos silbidos, los bejucos.
Las melenas del sol
hacen trinar
las cristalerías de la selva.
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Brazo
TIENE QUE VER con el honor
y la fuerza de la espada.
Con el espino
y el tacto de la rosa.
Con el amor
y la cárcel del talle.
Con la derrota
y el apoyo de la herida.
Con el fuego
y el vaso de la ceniza.
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Pubis
EL MUSGO crece
al pie de la estatua del amor.
La estatua crece
al pie del musgo del amor.
Reverdece el vello de la colina
y el sol cae redondo.
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Pecho
EL TAM-TAM de la vida
anuncia un sacrificio.
Lo espero marchando
a su cadencia.
No cejará
hasta que las estrellas
que miro desde mi césped de niño
caigan despojadas.
El cielo muestra su pecho
sembrado
de vellos temblorosos.
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Camisa
BAJO UNA TIENDA alada
-armadura de seda-,
una granada tañe su cordura.
Prenda íntima el viento
que se pone la rama
en el otoño.
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