Rodríguez Cirerol, Elvia

(1941-1998)Elvia Rodríguez Cicerol nació el 8 de febrero de 1941 y murió en 1998. Vivió en Columbus, Georgia y Coral Gable, Florida, en los Estados Unidos; también en la ciudad de México, durante 12 años.

Fue jurado de varios certámenes literarios. En 1977 recibió el laurel literario de la Unión de Escritores y Periodistas de México.

Rodríguez Cirerol, produjo y condujo series de radio y televisión, tanto a nivel local como en el Distrito Federal. Fue guionista del Consejo Nacional de Turismo; uno de sus guiones, “El mundo sagrado de los mayas”, obtuvo en 1977 el Oso de Plata del festival de Cine Turístico en Madrid, España.

Publicó poemas en Novedades de Yucatán, El Juglar (Diario del Sureste) y el Diario de Yucatán.

Tuvo a su cargo la redacción, el diseño y la producción editorial de “Los cuentos de los abuelos (DIF Yucatán, 1993)” y de la “Guía turística para niños, zona arqueológica del norte de Yucatán, Dzibilchaltún, (Cultur y Gobierno del Estado, 1994)”.

Fue fundadora y directora desde 1989 de la editorial “Libro Abierto”, esfuerzo que rompe con la manera tradicional de publicación de libros, al utilizar la prensa para difundir en forma amplia textos literarios. “Libro Abierto” publicó en 1990 la colección “Un libro entre Nosotros”, veinte títulos donde se rescató a escritores olvidados, refrendó la calidad de conocidas plumas y dio oportunidad a nuevos creadores (publicación catorcenal sabatina, Novedades de Yucatán). En 1991 publicó la colección “Cuenta los cuentos que te cuento”, veinte títulos escritos por y para los niños (publicación catorcenal sabatina un cuarto de plana, Diario de Yucatán). En 1991 inició la publicación coleccionable de Don Quijote de la Mancha, (primera parte) misma que concluyó después de 90 publicaciones catorcenales el 20 de septiembre de 1994 (Diario de Yucatán).

Obra poética:

-Silencio quieto, Imprenta Venecia, México, 1980.

Otras:

-El niño y el viejo, relato, con traducciones al inglés, francés y maya y 23 ediciones, incluyendo dos transcripciones al braille.

-David, llama por favor, prosa poética.

-Palabras sin destino, prosa poética.

-Te traigo un regalo, cuento para iluminar, México, 1982 con un tiraje de 10 mil ejemplares,

-Aquel globo azul, México, 1982, cuento[1].

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Selección de La Voz ante el Espejo[2].

Nueva dimensión

Las palabras.

Las palabras.

Las palabras.

Si ellas

hubieran nacido

para herirte

hubieran dado

nueva dimensión

a la ternura.

(Silencio quieto, 1980)

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Roberto, los dedos son como puentes.

¡Hola!

Me llamo Roberto.

Mis zapatos ya no tienen lodo

porque los he lavado en el río;

sí, en el río que queda

cerca de la casa donde vivo.

Por las tardes

pido permiso o me escapo

para ir a jugar con mi amigo;

sí, con mi amigo el río.

Yo le pregunto

si no se cansa

de estar haciendo siempre

pequeñísimas olas.

El me contesta:

No, no me canso

porque no las cuento

ni les pongo un nombre distinto;

los hombres se cansan cuando trabajan

porque tienen que pensar en muchas cosas

en cambio yo no;

mira

tampoco tengo que vender a nadie

esas pequeñísimas olas

puedes venir tú y jugar con ellas;

cierto que no puedes llevártelas a casa

pero a la hora que vengas

te hacen cosquillas

en la plana de los pies

y se pierden entre tus dedos

que son como puentes.

Después de lo que él ha dicho

me sonrío

me sonrío

y me miro las manos

y me miro los dedos

y me pregunto

cuánto medirán

no como dedos

sino como puentes.

Como puentes.

Como puentes.

Pero…Cómo son los puentes.

Para qué sirven.

Por qué me habrá dicho

que mis dedos son

como puentes.

Serán también como puentes

los largos dedos de mi madre.

Yo no le hago todas esas preguntas

pues en otras ocasiones

cuando me explica

algo que no entiendo

me dice:

Vamos, vamos

así como me preguntas

-sin miedo y sin temor-

pregunta también a los hombres

porque los hombres saben más

que nosotros los ríos.

Le digo ¡adiós!

y llego corriendo a casa

y empiezo a decir en voz alta:

¡Mis dedos son como puentes!

¡Como puentes son mis dedos!

Pero…Cómo son los puentes.

Para qué sirven

Calla –dice mi madre-

no ves que tu padre trabaja;

anda, anda

a cenar y a la cama.

Voy ahora a dormirme.

Nunca le he dicho a mi amigo

que siento miedo y temor

de preguntarle a los hombres

porque los hombres

nunca tienen tiempo

de platicar conmigo.

Por eso

por eso pienso

que los ríos saben más que los hombres

al menos

al menos en eso

de platicar con un niño.

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[1]La voz ante el Espejo. Tomo II. Reyes Ramírez, Rubén. Instituto de Cultura de Yucatán, México. 1995. Pp. 201- 202.

[2] La voz ante el Espejo. Tomo II. Reyes Ramírez, Rubén. Instituto de Cultura de Yucatán, México. 1995. Pp. 203- 205.