Sansores Pren, Rosario

(1889-1972). Poetisa y periodista. Nació en Mérida y falleció en la ciudad de México. Desde los doce años escribió poemas. Se casó con Alejandro Sanjenís, cubano, y se trasladó a la isla donde se avecindó en La Habana. En Cuba ejerció el periodismo en el “Diario de la Marina” y la “Revista Bohemia” y publicó sus primeros libros: “Del país del ensueño” (1911), “Las horas pasan” (1921), “Mientras se va la vida” (1925), “Cantaba el mar azul” (1927) y “Breviario de Eros” (1930). Posteriormente residió en los Estados Unidos de América. De regreso en México (1932) reanudó su actividad periodística en las revistas “Hoy” y “Todo” y a partir de 1937 en el diario “Novedades” en el que se especializó en crónicas de sociedad. Los libros de esta segunda etapa son: “La novia del sol” y “Fruta madura” (1945); “los cien mejores poemas” y “mi corazón y yo” (1943), “Diez años de juventud” (1946) y “Dulzura en el recuerdo”.

Varios de sus poemas fueron musicalizados por compositores de México, Ecuador, Cuba y Colombia. Sus canciones mas conocidas en el ámbito internacional son: “Sombras”, “Floración de amor”, “Alas rotas”, “Palomitas blancas” y “Mientras tú me querías”, musicalizados por autores como Carlos Brito, Ernesto Lecuona y F. Villacrés.

El gobierno de Ecuador le entregó la presea La Lira Poética y la declaró Hija Favorita de ese país. Existe un óleo suyo en el Museo de la Canción Yucateca.[1]

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Selección de Los vuelos de la rosa: Mujeres en la poesía de Yucatán[2]

A MÉRIDA

La novia del sol, 1933.

Yo nací en una blanca ciudad dormida

bajo el ala piadosa de sus aleros,

donde en grandes arriates lucen tendida

su alfombra de blancura los limoneros.

Manchando el horizonte giran inquietas

dominando el paisaje desde la altura,

las aspas incansables de las veletas

desafiando a las nubes en su locura.

¡Ciudad de mis abuelos, con tus erguidos

laureles centenarios! Tus encendidos

flamboyanes, tus lirios de alba pureza…

Cada vez que te evoco dulce y lejana,

te comparo en mis sueños a una sultana

que tendida en el lecho, se despereza!

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LA ESTRELLA

Fruta madura, 1945.

Bajo la noche queda,

como un rumor de seda,

tu dulce voz prendióse en mis oídos.

Y de pronto, impetuosos,

cual lebreles furiosos,

despertaron de pronto, mis sentidos.

Un lucero en la altura,

su resplandor vertía,

y envueltos en su luz diáfana y pura,

yo sentí que el calor de tu ternura,

en mi pecho una estrella, florecía!

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CANSANCIO

La novia del sol, 1933

Lo mismo que un fardo me pesa la vida;

a veces quisiera,

sentarme a la orilla del largo camino

y dejar mi carga, para andar ligera.

Lo mismo que clavos me punzan mis sueños;

igual que un cintillo de hierro prendido;

me arañan las sienes

los pálidos sueños que nunca he vivido!

Sombras en los ojos,

sombras en el alma,

sombras en el rostro,

sombras en la entraña…

Y este fardo horrible

¡Y estos locos sueños nunca realizados!

Mientras siento el puño férreo del destino

Sacudirme los hombros llagados!

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¡EXTRANJERO!

Cantaba el mar azul, 1927.

¡Qué egoísta es tu alma, qué egoísta y qué fría!

Nunca, nunca ha sentido la emoción de la mía,

ni ha escrutado siquiera mis pupilas arcanas.

te ha bastado el orgullo de llamarme mi dueño

y jamás intentaste penetrar de mi sueño

las sombras lejanas…

¡Qué banal me pareces, cuando clavas los ojos

con sensuales antojos,

en mi boca, que tiembla, presintiendo el suspiro!

pero tú no comprendes

ni entiendes

esta angustia que siento cada vez que te miro.

¡Ay, por qué habré bajado

hasta el fondo secreto de tu pecho cerrado!

Eres falso y voluble, vanidoso y ligero.

¡Qué egoísta es tu alma, qué egoísta y qué fría!

En voz alta, la mía,

Siente a veces impulso de gritarte: ¡extranjero!

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¡SI TÚ ME DIERAS UN HIJO!

Sombra en el agua, 1951

(Fragmento)

El trigo está germinando,

bajo la noche dormida

luceros están brillando

igual que abiertas pupilas;

los capullos entreabren

sus corolas encendidas

y en todas las cosas late

el misterio de la vida.

Amado, si me besaras

toda yo palpitaría.

Soy como la tierra fértil

esperando la semilla,

soy grano bajo la estepa

que mañana seré espiga.

Tengo adolorido el seno

por ansias desconocidas

y miro extraños reflejos

y sufro extrañas asfixias.

Amado, si me besaras

mi vida te entregaría.

Está cantando la fuente

su canción pura y sencilla;

la fuente me va contando

secretos de maravilla;

el terciopelo del prado

es blando, como alcatifa,

y el viento está murmurando

misteriosas melodías.

¡Soy grano de trigo rubio

y mañana seré espiga!

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CUANDO TÚ TE HAYAS IDO

La novia del sol, 1933.

Cuando tú te hayas ido,

me envolverán las sombras;

cuando tú te hayas ido

con mi dolor a solas,

evocaré este idilio

con sus azules horas.

Y en la penumbra vaga

de la pequeña alcoba,

donde una tibia tarde

me acariciaste toda,

te buscarán mis brazos,

te buscará mi boca

y aspiraré en el aire,

como un olor a rosas!

Cuando tú te hayas ido,

me envolverán las sombras.

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NOVIA DEL SOL

La novia del sol, 1933

Novia del sol y de la noche hermana,

trasunto de mi raza aventurera,

aún llevo en mis pupilas prisionera,

la luz de una visión dulce y lejana.

Guarda mi mansedumbre de cristiana,

rebeliones atávicas y oscuras;

extrañas ambiciones y ternuras

que no percibe la intuición humana.

La enorme pesadumbre de cien vidas

que sé para el dolor irredimidas,

gravita en mi, porque al destino plugo.

¡Novia del sol y de la noche hermana,

Segura voy hacia la ruta arcana,

Doblando el cuello al invisible yugo!

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FILOSOFÍA

Mientras se va la vida, 1925.

¡Del pecado de amarte no estoy arrepentida!

Aunque un oscuro abismo nos separe a los dos,

en tanto que risueña te doy mi despedida

mis ojos se iluminan para decirte adiós.

No nos debemos nada. Tú me diste tu boca

límpida como el agua fresca del manantial.

Yo apagué en la cisterna mi sed ardiente y loca

y te enlacé en mis brazos, amorosa y sensual.

Peregrinos errantes, nuestra ruta seguimos:

si dos sendas opuestas, al azar elegimos,

¿para qué rebelarnos con violencia acritud?

Fuiste mío. Fui tuya. ¡Lo demás nada importa!

¡Oh, mi amante de un día, nuestra vida es tan corta

que no vale la pena de sufrir su inquietud!

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VUELO

Sombra en el agua, 1951.

Fuimos igual que dos aves cantando en la misma rama,

durmiendo en el mismo nido que nuestro amor entibió…

mas ahora siento el impulso de abrir mis trémulas alas

y te abandono y me voy.

El horizonte despliega su luminoso abanico.

Quiero atravesar de nuevo la inmensa distancia azul!

Abajo entre la cañada brilla la cinta del río

como un hilito de luz.

Quiero perderme en los aires, saberme de nuevo libre,

remontarme hasta las nubes, girar con loca embriaguez…

mirar de cerca la cresta de las montañas azules

y descender otra vez.

No nací para estar quieta, me enerva esta paz absurda,

mis alas se hicieron fuertes por el continuo volar

tú buscarás otra alondra para darle tu ternura

mientras yo, desde la altura,

escucharé tu cantar…

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EL PLACER DE LA ESPERA

Cantaba el mar azul, 1927

Yo prolongo la espera por el placer morboso

de azuzar los lebreles locos de tu impaciencia.

Tal vez porque en mi alma surge un poco borroso

el temor al minuto de total inconsciencia.

Por eso, alargo el tiempo. Mi sonrisa burlona

te promete hoy la dicha que te niega mañana,

mientras tu angustia entona

su tremante suspiro de posesión cercana.

Y recorre mis venas un sutil hormigueo

Y se entornan mis ojos por el sol deslumbrados,

Mientras prende el deseo

Las siete hogueras rojas de los siete pecados!

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Crítica Literaria

Rosario Sansores fue una mujer inquieta y de espíritu libertario. Educada en los valores y gustos artísticos de su condición social y de su tiempo, desarrolló un estilo que contrasta el tratamiento desinhibido de los asuntos eróticos con la forma tradicional de su expresión poética que la acercaba al romanticismo.

La ligazón indisoluble entre poeta y palabra adquiere en Sansores la identidad de una poética cuya expresión formal esgrime y revela en sí, una concepción y una actitud vital ante las cosas del mundo: frente a los hombres y el amor y ante el tiempo y la vida misma. Poética vívida y a la vez vivencia de la poesía, que halló en los afloramientos voluptuosos del sensualismo y las explosiones a flor de sangre del romanticismo, su hábitat y lenguaje naturales.

Así, antes que un estilo, el romanticismo de Rosario que visto a contraluz de las escuelas literarias pudiera ubicarse como una forma de posmodernismo neorromántico, era para ella una actitud vital. Y quien lo reivindica como bandera personal, era ella misma: la mujer que sentía y escribía amor, como necesidad y redención del cuerpo y el alma.

Es a mi juicio, en esta síntesis de piel y palabra donde puede y debe hallarse al acento y los rasgos singulares de su expresión estilística: esa espontaneidad e ingenuidad ardorosas y ensoñadas.

Rubén Reyes Ramírez. [3]

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[1] Diccionario de escritores de Yucatán. Peniche Barrera, Roldán y Gaspar Gómez Chacón. Compañía Editorial de la Península, México. 2003. P. 144.

[2] Reyes Ramírez, Rubén (2005). Los vuelos de la rosa: Mujeres en la poesía de Yucatán. Mérida, México: Compañía Editorial de la Península, pp. 93- 101.

[3] Op. Cit. Los vuelos de la rosa: Mujeres en la poesía de Yucatán. P. 93.