Carlos Duarte Moreno

Nació en Mérida el 15 de septiembre de 1900 y murió el 22 de abril de 1969 en la capital del país. Inició la carrera de medicina pero no la concluyó. Fue simpatizante de los cambios sociales impulsados por Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto.

Como afirma Carlos Echánove, este ‘rebelde de la pluma’, se empecinó en vivir exclusivamente del oficio de escritor, lo que lo mantuvo en una situación de incertidumbre económica casi permanente. Fue también un activo periodista y político: llegó a ser diputado del Congreso local en 2 ocasiones. Por sus ideas y andanzas políticas lo encarcelaron en la Penitenciaria Juárez de Mérida en 1931 a 1934, durante el machadato. En Cuba colaboró en los periódicos “El País” e “Información” y en las revistas “Bohemia”, “Filmópolis”, “Orbe” y “Parisina”. Fue presidente de la Liga de Periodistas del Sureste de México; y en la capital de la república socio fundador de la Peña Literaria del Club de Periodistas y miembro del Ateneo de Ciencias y Artes de México. Fundó los semanarios “La discusión”, “Gladios”, “El pueblo” e “Ilustración Social”. Fue director y uno de los creadores del “Diario del Sureste” y colaborador de “Hoy” y “Excélsior”.

Duarte Moreno fue además un prolijo compositor de canciones. Su obra literaria comprende poesía, novela y teatro. Los temas más constantes en su poesía son el amor, la figura paterna, los conflictos internos del poeta, y el paisaje y las bellezas naturales de México. Su novela “Levadura” tiene un marcado acento autobiográfico. A Delio Moreno Cantón (su padre) dedicó los poemas “A una sombra constante”, “Al caballero que está en la muerte” y “Mensaje”.

Lo mas destacado de su obra poética es:La rosa poética” (1946),Canto a mister Sam” (1954), “Tres poemas jóvenes”, “Thó”, (1964), Evocación de Carlos Duarte Moreno (1976); “Levadura” y “Novela del camino real de la vida”, (1934). Sobre sus obras teatrales:Cuando las nubes pasan, teatro Independencia” (1919), “El hundimiento de la Esperanza”, “El tonto y la infamia”,El primer sueño”,La jaula”, “Tierra misteriosa y fragante” y “Xocbichuy”, teatro Fantasio.

Posee una abundante producción poética que permanece inédita y obtuvo varios premios. Al morir laboraba como director del boletín de la Sociedad de Autores y Compositores de Música.[1]

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Rumba

La Habana, 1934.

Evocación de CDM, 1976.

¡Cintura de negra,

culebra de jungla,

se quiebra en la rumba

y el son!

Herencia del Congo

con frutos de América

-maracas, bongó-;

el barrio está de fiesta

y en todas las puertas

es fuerte el color.

La negra que baila,

y es hembra rotunda,

tiembla la cadera

con ardor de yegua

que está en luna y sol…

Entorna los ojos, sonríe la bemba;

se abrillanta el cuello lleno de sudor.

Los brazos son rollos de carne de selva

y es en las axilas donde hay más carbón.

Con tanto meneo

se agita el deseo,

late el corazón…

¡Se bebe, se baila, se agita! Mareo

de hembra, de ritmo, de ron!

Cintura de negra,

culebra de jungla,

se quiebra en la rumba

y el son…

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A una sombra constante

Para mis rosas de marzo

quiero tus frutos de otoño.

Voy andando

a trechos largos;

¡a veces tropiezo y caigo

y cuando escucho no oigo!.

¡Quiero tus frutos de otoño

para mis rosas de marzo!

¡Vengo a prestarte tus ojos

que son serenos y sabios!;

tus ojos que son filósofos;

tus ojos que son oráculos…

Igual que corderos mansos

traigo balando los años

para que me des tus ojos

abiertos como dos manos…

Soy ciego de sangre y polvo

por caídas de fracasos

y sueños un poco locos

y arrullos un poco raros…

¡Vengo a prestarte tus ojos

que son serenos y sabios!;

¡tus ojos que miran hondo!

¡tus ojos que ven muy alto!;

tus ojos que se quedaron

dormidos, por visionarios…

¡Creyente fui enamorado

de las perlas y los oros…!

creí en los samaritanos

y en los vinos generosos

y en el agua de los cántaros…;

¡después de tragar el grano

se me fugaron los pájaros!

Vengo a prestarte tus ojos;

tus ojos frutos de otoño

¡para mis rosas de marzo!

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Marca

¿Qué sortilegio amargo

es este de mi angustia,

que cuando tengo rosas

se rompen en mis manos?

¿Por qué nada me dura

solemne…, limpio…, intacto?

¿Por qué todo se fuga

como pájaro…?

Por qué cuando la fruta

espléndida y madura

la llevo hasta mis labios

hace amarga su azúcar

de milagro…

¡Qué maldición oculta!,

¡qué fatalismo raro

me persigue y me anuda

con dogales aciagos!...

¡De qué leyenda bruja

brota este signo malo!...

¡Qué amargura

de mis abuelas rutas

o qué rudos pecados de mi carne o mi duda

estoy pagando…?

¡Por qué todas las rosas

se rompen en mis manos!...

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Balada de la luna lavandera

Rosa poética, 1946.

Del río en el agua clara

y usando la piedra dura,

la madre amorosa lava

bajo el claror de la luna.

¡Son los pañales de albura,

son abriguitos de lana;

el algodón de las blusas

y las fundas de la almohada!

La luna, con ser tan alta,

la ropa a lavar ayuda

y se deslíe en el agua

y hace más fértil la espuma.

Y la madre, arrodillada,

ablanda la piedra dura

¡y la ropa se hace blanca

con el jabón y la luna!

Y queda el agua empapada

de maternales ternuras

y al estar lava que lava

¡se vuelve madre la luna! [2]

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Crítica Literaria

Si suyo la cima es un espacio donde no son muchos los que tienen cabida – y menos aún tratándose de un risco casi planteado sobre el aire, como lo es la altura poética –en poesía de Carlos Moreno se advierte un lenguaje firme y actual que refleja el conocimiento y la asimilación profundos de las corrientes literarias de su tiempo; pero sobre todo se alcanza un nivel singular en la nitidez de expresión y hondura de emoción, que lo ubica en un sitio claro en la trayectoria de nuestra poesía. Reconociendo esta condición del área de la estatura de nuestro poeta, Nicolás Guillén lo califica como “un poeta lleno de gracia lírica…todo hecho de silencio”.

Rubén Reyes Ramírez[3]

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“Su poesía es una expresión cristalizada en las tendencias que arrancan del simbolismo. Este como influjo con todas sus variaciones de escuela se deja sentir en el proceso de su obra. Se percibe que la sensibilidad desconcertante de Baudelaire, la musicalidad de Verlaine y el intelectualismo de Malarmé no han sido ajenos a los albores de su formación poética. Las influencias de última hora, con menos importancia crítica, están acaso en Vallejo y seguramente en García Lorca y Neruda. Sin importancia decimos, porque estos datos no tienen más interés que reconocer su calidad formativa y sus simpatías”.

Burgos Nuñez, Santiago.

Arquitectura de la sangre, poesía de un hombre. Revista Orbe N° 32, Mérida, época IV, 1951, P. 75.

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[1] La voz ante el espejo: Antología general de poetas yucatecos. Reyes Ramírez, Rubén. Tomo II. Poetas nacidos en el siglo XX. Yucatán, México: Instituto de Cultura de Yucatán, (1995) P 11-2.

[2]. Op. Cit. La voz ante el espejo: Antología general de poetas yucatecos. P. 13- 18.

[3] La huella del viento. Carlos Moreno Medina. Poesías completas. Ed. de la Universidad Autónoma de Yucatán. Mérida. 1996