Villamil y Vales, Eucario

Nació en Mérida el 8 de diciembre de 1857 y murió el 12 de noviembre de 1897, en la misma ciudad. Descendiente de conquistadores asentados en Mérida y Valladolid, Eucario Villamil fue el décimo tercer hijo de una familia aristocrática. Obtuvo el grado de bachiller en 1870. Fue secretario del Ayuntamiento de Mérida y oficial mayor de la Legislatura del Estado.

Valdés Acosta refiere que Villamil se dio a conocer desde muy joven como escritor. El diccionario Porrúa lo ubica como poeta, dramaturgo y periodista. “En su juventud escribió el drama que lleva por título ¿Quiénes son los culpables? calificado de obra realista por los que lograron conocerlo por medio de la lectura pues parece que nunca se representó” (Arturo Gamboa Garibaldi, Historia del teatro… en Enciclopedia Yucatanense, Tomo V, p. 236).

En una lectura de poemas realizada en los bajos del palacio municipal el 12 de octubre de 1892, en ocasión del IV centenario del descubrimiento de América, Eucario Villamil presentó su Oda a Colón, que fue aclamada por el público.

El periódico El Renacimiento (No. 8, 1894), editado en la ciudad de México por Enrique Olavarría Ferrari, elogió la obra poética de Villamil en un análisis sobre varios escritores yucatecos.

Obra:

-Páginas negras, Imprenta Hidalgo, 1876, 64 págs.

-Poema de amor y de recuerdo; Ariel (Biblioteca de Autores peninsulares) No. 2, Imprenta Constitucionalista, Mérida, 1918, 142 págs.; con prólogos de Serapio Baqueiro Barrera (Parsifal) y Ricardo Mimenza Castillo; contiene Páginas Negras[1].

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Selección de La Voz ante el Espejo[2].

Páginas negras

(fragmento)

V

Cuando en las verdes copas de los árboles

miro flotar los vaporosos nidos,

y a las aves cruzar como saetas

el manto azul del piélago infinito,

quiero alzarme como ellas y deseo

abandonar la vida de la tierra,

formar un nido en las plateadas hojas

y volar! y volar! siempre como ellas.

XXXVII

En la luz que revienta en chispas de oro,

del sol ardiente en los dorados hilos,

en la espuma que tiembla y se dilata,

en la onda azul del lago cristalino,

en la brisa que llora entre las flores,

en las espesas frondas de los álamos,

en los nidos que flotan recogidos

bajo las anchas hojas de los plátanos;

en el rumor de un beso que se apaga,

en el rayo de luz de una pupila,

en la nota que se abre, que se abre

lanzada como el ay de una armonía;

te ha buscado mi alma, y con asombro

he visto y por desdicha

que no puedes hallarte donde ella,

ideal te suponía.

LI

¿Por qué será que cuando muere el día,

en esas tibias tardes,

extraña y melancólica tristeza

nuestro espíritu invade;

Y se piensa y se sueña en otros mundos

eternos, insondables,

y ansia de lo infinito nos domina

y se llora sin lágrimas…? quién sabe…!

Si hay algo de misterio incomprensible

que fascina y atrae,

yo no sé; pero a veces he deseado

morir en esas tardes!

LIII

Esos días de otoño en que el crepúsculo

temprano anuncia que la noche llega,

y el cierzo helado arranca de los árboles

la pobre vestidura amarillenta;

ese triste silencio de sus noches,

el son eterno de las hojas secas,

el ruido monótono y constante

de la lluvia al caer en la arboleda,

¿por qué de melancólicos recuerdos

el pensamiento pueblan?

¿Por qué hablan un lenguaje que hasta el fondo

del corazón penetra?

¿Por qué hacen ¡ay! que nuble mis pupilas

un llanto que no rueda?

¿Por qué entristecen mi alma?

¿Por qué me la recuerdan…?

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Mis últimos cantos

(fragmento)

XVI

La vida no es eterna. Un sólo paso

separa del sepulcro nuestra cuna;

llegaremos al fin: pero entre tanto,

siempre en el mundo seguirá la lucha,

siempre en el cielo seguirá el misterio,

siempre en el hombre seguirá la duda!

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Versos a ti

(Mi Adela)

(fragmento)

I

Tú eres alma mía

Ese fuego divino

Que en mi amoroso corazón enciende

La fe y la luz con rayos diamantinos.

Eres mi amor, mi vida,

Mi ser, corazón mío.

Ideal que ante mi te apareciste

Y que soñaba yo desde muy niño.

Mi virgen poesía

De mi cariño el ritmo

Delicado rosal, blanca azucena,

Triste violeta, perfumado lirio.

Eres la oculta fuente

Del más puro cariño

Sueño de mis ensueños de poeta

Ángel de amor, esencia de mi espíritu.

Forma, expresión divina

Que habla a los sentidos,

Y alma que le habla al alma ese lenguaje

Sólo por los que se aman comprendido.

Todo eres vida mía,

Lo inmortal, lo infinito…

¿Cuándo tu ser que es vida de mi vida

se unirá para siempre con el mío?

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Elegía

(fragmento)

III

Triste el sauce se inclina

llorando como el arpa

cuyas cuerdas azota

el ángel de la noche con sus alas.

Triste, sobre el sepulcro

en que inerme descansa,

de la apacible luna

el rayo melancólico resbala…

¡Oh, dulce amiga mía!

De tu belleza diáfana

aún guardo los perfiles

grabados indelebles en mi alma.

Aún siento todavía

la serena mirada

de tus ojos velados

por el negro crespón de las pestañas.

Aún parece que veo

tu faz desconsolada

sobre el pecho doblarse

como lirio tronchado en la mañana.

Y aún parece que escucho

tus tranquilas palabras

de perdón al ingrato

que hundió en su pecho la traidora daga…

(Poema de amor y de recuerdo, 1918)

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Crítica Literaria

Valdés Acosta (opus cit., I, pág. 440) afirma que “el señor Villamil escribió inspiradas poesías en que se advierten ímpetus de vuelo, convulsiones de torrente, murmullos de onda “enternecida” en plenilunio, o reclamos de tórtola solitaria dentro del nido”; sin embargo, el juicio del poeta Ricardo Mimenza Castillo es más preciso: “Páginas negras (obra de Villamil)… muestra su filiación bequeriana, sin duda, pero también descubren el lirismo propio y hondo y noble del poeta yucateco (…) Si la sensibilidad, más bien que la inteligencia, es lo que se llama “romanticismo” y si este tiende a lo triste y sentimental, si el individualismo poético se traduce en la sensibilidad más que en el criterio, y en los románticos en afectos de amor y de esperanza, de odio y desesperación, entusiasmo y melancolía conforme afirma Lanson; si en el romanticismo, el hombre tiende a mirar dentro de sí más que para afuera; si el romanticismo es “la historia íntima del alma”, y su fin es “el de retratar al hombre individual, dominando con más o menos vehemencia de las pasiones, vicios o virtudes de que es capaz el corazón humano”; esto es, “formar la historia del hombre interior”, puede clasificarse, sin duda, entre nuestros románticos de raíz lírica a Eucario Villamil” (Enciclopedia Yucatanense, Tomo V, Segunda Edición, Gobierno de Yucatán, 1977. P.p. 433-434).

Ahora bien, ¿fue Eucario Villamil un imitador de Bécquer? Probablemente, sin embargo, fue uno de los pocos que lograron salvarse de la mediocridad del imitador porque había en él una “sensibilidad personal”. Eucario Villamil, contaba con ese “original tesoro de ideas prácticas y reales”, se hallaba provisto de ese “algo importante, práctico y hondo en el terreno del pensar y del sentir” que hace que sus versos se salven de la tacha de una vulgar imitación (…) Había en él un verdadero poeta, profundo, sentimental y doloroso (Enciclopedia Yucatanense, 1977: 435)



[1] La voz ante el Espejo. Tomo I. Reyes Ramírez, Rubén. Instituto de Cultura de Yucatán, México. 1995. Pp. 110.

[2]La voz ante el Espejo. Tomo I. Reyes Ramírez, Rubén. Instituto de Cultura de Yucatán, México. 1995. Pp. 111-115.