Aguilar Alfaro, Alfredo

(1902-1986) Poeta y periodista. Nació en Calotmul, Yucatán y falleció en Mérida. Su labor como poeta abarca, entre otros, los siguientes libros: De mis senderos, La divina ociosidad, Canto a Valladolid y Mariposas y rosas. También incursionó en la prosa, especializándose en cuentos y novelas breves: Como el río que pasa, En la tierra propicia, Lo que dijo la vieja casa y Yaxché. Varios de sus poemas fueron musicalizados por Palmerín, Pepe Domínguez y otros. Su mayor aportación a la canción yucateca es Ojos tristes, con música de Guty Cárdenas. Residió a partir de 1921 en la Ciudad de México. Al fundarse el periódico “Novedades de Yucatán” en 1965 regresó a Mérida y fue nombrado director del suplemento cultural Artes y Letras, en el que permaneció hasta su muerte como director honorario. Obtuvo diplomas, galardones y medallas, entre ellas la Guty Cárdenas (1976) otorgada por el Ayuntamiento de Mérida y la de Yucatán que le confirió el Gobierno del Estado en 1981.[1].

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SELECCIÓN DE ANTOLOGÍA DE POETAS DE YUCATÁN[2]

COMO LA TIERRA NATIVA

No vuelve el río a recorrer su cauce

ni la hoja que cayó vuelve a la rama;

el ave inquieta que dejó su nido,

si vuelve alguna vez, ya no lo halla.

Pero yo volveré, como se vuelve

a la tierra nativa abandonada;

lleno, tal vez, el corazón de penas

y la frente, quizás, llena de canas.

Ávida el alma de horizontes nuevos,

presa la mente de quimeras vanas,

el hombre deja donde todo tiene

e ingrato busca donde no halla nada.

Pero yo he de volver al viejo nido

y en la ceniza avivaré la llama,

cuando el tiempo, que todo lo depura,

me haga digno otra vez de tu confianza.

Y aunque el río en su curso no retorne,

ni la hoja que cayó vuelva a la rama,

yo he de volver a ti, como se vuelve

a la tierra nativa abandonada.

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CANTO A YUCATÁN[3]

Quiero llenarme de ti!

Entrame por los sentidos

y por los poros… ¡Así…!

Que yo sienta los latidos

de tu sangre en los tejidos

de mi carne: que no vibre

en mí un solo átomo, libre

de tu dinámico aliento.

¡Tierra donde canta el viento,

donde el ambiente embalsama,

donde el corazón se inflama

y se agranda el pensamiento!

Quiero llenarme de ti

para que, doquiera llegue,

aunque, cobarde, te niegue,

te reconozcan en mí.

Marca mi espíritu, igual

que has marcado mi cabeza:

porque es signo de nobleza

ser digno de marca tal.

Si la insidia te denuesta,

si la barbarie te ofende

y mi lengua no protesta,

mi brazo no te defiende,

mi brazo el rayo cercene

y que mi lengua enmudezca:

que el agua mi sed acrezca

y que el aire me envenene.

Todo me desprecie y huya

ante mí despavorido;

y del pecho maldecido

una lágrima no fluya:

que no olvide ni descanse:

que como Caín no alcance

consuelo para mi angustia:

y estéril y cruel y mustia,

la tierra donde camine,

no me dé frutos ni flores

ni un tronco donde recline

el fardo de mis dolores.

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SELECCIÓN DE RÉPLICA AL LICENCIADO JOSÉ ESQUIVEL PREN[4]

I

Qué bien que doblose el lirio

antes que pasara la hoz,

qué bien que terminó el canto

antes de faltar la voz.

Hoy es distinto el paisaje

y distinta la canción.

Qué bien que voló el aroma

antes de morir la flor

y cerráronse los ojos

antes de apagarse el sol.

Qué bien que llevó en los labios

la última vieja oración.

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II

Era entonces un camino

y una luz que iba a través

de sombras que la pulían

realzando su brillantez.

(En la claridad sin límites

no hay derecho ni revés).

Hoy las máquinas descorren

los santos velos de ayer,

se ama y se piensa con máquinas

y a ellas se adapta la fe.

Qué bien que voló a su estrella

antes que el nauta ¡que bien!

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III

Ella reclinó la frente

como la noche anterior

y como todas las noches:

¡sin zozobra, sin temor!

¡Zozobra y temor es duda,

serenidad es amor!

Jesús recoge en su viña,

sin prisas y sin dolor,

cuando está maduro el tallo,

y está dormida la flor.

La estancia quedó aromada

con rosas de Jericó.

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IV

Tiene que existir el cielo,

yo sé que existe… ¡lo sé!

¿Dónde, si no, tendrá premio

la bondad, dónde la fe?

Y sé que tiene un camino

por el cual ella se fue.

Espérame. Si merezco

donde está volverla a ver,

por ese mismo camino

hasta ella voy a ascender.

Aunque más amplio y más claro,

no iré por otro… ¡no iré!

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V

Soñé que un ángel me dijo:

“Con ella vas a perder

cuanto tienes y disfrutas.

¿Pides alguna merced?”

¡Mis lágrimas! ¡Sólo quiero

mis lágrimas retener!

¿Con qué estuviera llorándola

hoy, sin lágrimas…, con qué?

Marchitaría el recuerdo

como una planta con sed.

¡El lenguaje de las lágrimas

lengua de las almas es!

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VI

Por eso, mientras los ojos

y el alma puedan llorar,

no habrá distancias ni muros,

ni ausencia, ni soledad.

¡También al llorar se reza,

llora si quieres orar!

El llanto el dolor depura,

y es dulce de recordar

lo que, tal vez, fue tortura

solamente por dudar.

¡Santo placer es el llanto

Cuando se aprende a llorar!

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VII

Ya no somos sino fuimos.

Huyeron nuestros aromas

y no colgaron las pomas

de nuestros yertos racimos.

¡Ya no en busca de sus mimos

acuden hoy las palomas!

En las curvas de las lomas

y rectas de los caminos,

el viento dobló los pinos

como temblorosas comas.

¡Cómo vida te desplomas

sin luz, sin flores, sin trinos!

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VIII

Tantas cosas que gustaba

y tantas como quería,

eran porque las sentía,

eran porque las miraba.

¡De todas ellas tenía,

en todas ellas estaba!

Las cosas que por mí amaba

y amables me parecían,

ahí están hoy, ella daba

la prestancia que lucían.

¡Tal vez por sí no existían,

en ellas se reflejaba!

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IX

Cual lágrima desprendida

del ojo azul de la noche,

cayó una estrella fundida

sobre mi inútil reproche.

¡Como la sangre a la herida

nos une invisible broche!

Una hojita displicente

rozó en círculos vibrantes

el espejo de la fuente,

y en el alma confundida

por crueles interrogantes,

fundiéronse muerte y vida.

¡Como la sangre a la herida,

unidos vamos como antes!

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Crítica Literaria

Poeta legítimo, de honda sensibilidad y profunda sentimentalidad. Ha publicado un libro de versos, que parece ser una selecta recopilación de los que compuso hasta el año de 1940: La divina ociosidad. Leyendo este libro hemos sentido deliciosas fruiciones, por ese fino perfume de melancolía que casi todo él despide, una melancolía que no llega a ser amarga y lacerante, sino que se queda en mullida y voluptuosa. Observamos en muchos de sus poemas una especie de deliquio evangélico, en ocasiones místico, pero que en otras simplemente roza las páginas sagradas, con indicación de que el alma de Aguilar Alfaro amanece siempre perlada del rocío matutino de los Evangelios (…) Al publicar su libro entró en el campo de la crítica con cierto temor, ese miedo que sentimos todos los que hemos gastado papel y tinta en las imprentas, hasta que lo perdemos, porque la benevolencia de los críticos nos alienta, o porque las palizas de los zoilos nos endurecen la piel (…) Este paladeo del verso que no es suyo, rumiándolo y asimilándolo, le ha llevado a veces, de una manera subconsciente, estamos seguros, a reflejarlo después en poemas propios, como un fenómeno muy frecuente y natural en quienes lo leemos todo y nos connaturalizamos con las ideas (…) Aguilar Alfaro, a veces, cruza los campos bucólicos de Manuel José Othón, no con la voz de éste, sino con la suya propia (“Paisaje”, “Vaguedad”, “Pueblito natal”, “Yaxché”), con una gota de romanticismo personal, como para darles un personal sabor agridulce (…) Otras veces se hace agudo observador y pinta con acierto y buena pupila (“Partida”), o se recoge en sí mismo para sentir plenamente “la humedad del alma” con el calosfrío de la lluvia, entregándose a Verlaine que dijo: “Hoy llueve en mi corazón como llueve en la ciudad”, para tomar esa misma agua y con ella lavar su pena (…) Anotamos otro de sus bellos poemas, “Canto a Yucatán”, que, sin ser de modo preciso lo que preceptivamente se entiende por “canto”, sí es una apasionada imprecación contra sí mismo… (Enciclopedia Yucatanense, Segunda Edición. Tomo V. Gobierno de Yucatán. México, 1977. Pp.602-606).



[1] Diccionario de escritores de Yucatán. Peniche Barrera, Roldán y Gaspar Gómez Chacón. Compañía Editorial de la Península, S.A de C.V. México, 2003. P. 23.

[2] Antología de Poetas de Yucatán. Selección de José Esquivel Pren y Filiberto Burgos Jiménez. Tomo III, Nº 1. Nueva Cultura. México, 1946. Pp. 143-144.

[3] Enciclopedia Yucatanense, Segunda Edición. Tomo V. Gobierno de Yucatán. México, 1977. Pp. 810-811.

[4] Réplica al Licenciado José Esquivel Pren. Carmen Aguilar Alfaro. Imprenta del Mayab. Mérida, Yucatán, México, 1980. Pp. 20-28.