May May Miguel Angel

May May, Miguel Angel
(1959)

Escritor y promotor cultural. Estudió la primaria en planteles educativos de Kimbilá, Valladolid y Tinúm; la secundaria en Izamal y cuatro semestres en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY. Se ha desempeñado como promotor y responsable de área en la Unidad Regional de Culturas Populares del INEA. Ha sido responsable del periódico maya U Yajal Maaya Winiko’ob (El despertar de los Mayas)y el suplemento bilingüe U K’aayil Maaya T’aan (El canto de la Lengua Maya); también fungió como coordinador estatal de la serie Letras Mayas Contemporáneas y subdirector de Culturas Populares de Yucatán.

Formó parte del comité nacional de escritores en Lenguas Indígenas y ha sido miembro de la Liga de Resistencia de los Pueblos Mayas. Ha participado en seminarios y encuentros de escritores. Es autor de Monografía de Kimbilá (1981); Descripción de la ceremonia Ch’a’ Cháak en Chacmay (1984); La formación de escritores en Lengua Maya (1992); Breve reseña de Kimbilá (1994) y Diez relatos mayas (1994).

Tradujo textos literarios y jurídicos al idioma español y ha impartido talleres de redacción y creación literaria en lengua maya en Yucatán y Quintana Roo. En 1998 se le otorgó la Medalla al Mérito Artístico por el Gobierno del Estado. Colabora también en el Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya de Yucatán. 1]

La Piedra del Venado 2]

Un día que terminaba una llovizna, pasé por la puerta de la casa de don Naas. Al verlo sentado en un banquillo me acerqué a platicar con él. Entre las cosas que me contó, una se refería al venado. La curiosidad que tenía por conocer más sobre este animal me hizo preguntarle:

—Don Naas, yo he escuchado que el venado tiene una piedra. ¿Es cierto?
—Es cierto – me respondió.
—Y ¿cómo llegan a tenerla? –le pregunté.
—Dicen que hay venados que cuando nacen traen ya la piedra –me respondió.
—¿Quién lo dice?
—Los cazadores que han tenido la oportunidad de poseerlo.
—Señor, esto quiere decir que no todos tienen la posibilidad de contar con ella, porque de ser así a cuántos venados no mataría.
—Muchacho, la persona que llega a poseerlo no fallará ningún día que vaya de cacería –dijo don Naas.
Esto me dejó boquiabierto. Al verme así agregó:
—Pero no pienses que se la queda por siempre el cazador. Llega el día en que tiene que devolver la piedra o el gusano que traía el venado.
—¿Gusano? –pregunté incrédulo.
—Sí –me dijo-. Es necesario que sepas que así como trae suerte la piedra, también el gusano. Por eso cualquier cazador revisa al venado para ver si trae el gusano o la piedra. Si fueron a la cacería entre varios, al hacerse la repartición a él le toca siempre la panza.
—¿No me está engañando con esto que dice?
—¿Cómo puedes creer eso? –contestó- No, no te estoy engañando. Y si lo dices por el gusano que te he mencionado, no vayas a pensar que se deba al estado de putrefacción del animal. Sábete que para que el gusano no se muera, es necesario alimentarlo.
Esto me asombró más y le pregunté:
—¿Cómo se alimenta?
—Ahora te diré cómo se alimenta el gusano y cómo debe guardarse la piedra. Si el venado trae algún gusano es necesario que lo saques con mucho cuidado y luego lo pongas en un cuerno de res y lo alimentes con la sangre de cualquier animal; si es piedra lo que trajo el venado, el cazador debe envolverla en una tela sin usar y guardarla en su sabucán de donde lo debe sacar únicamente cuando lo caya a devolver. Lo mismo tiene que hacer con el cuerno en que guarde el gusano.
—Don Naas ¿cómo se sabe si ha llegado el día de devolver la piedra o el gusano.
—Muchacho, cuando este día llega, se aparece ante el cazador un enorme venado blanco que entre sus cuernos trae un panal de avispas. Se dice que este animal es el Señor de los venados y es la señal de que el cazador debe devolver lo que tiene prestado.
—¿Y si no lo quiere devolver? –pregunté.
—Si no lo devuelve puede llegar a perder la vida, porque el día que vaya a la cacería será perseguido por los venados. Si intentara matar a estos animales, se acarrearía la muerte.
—Señor, ¿por qué me dice eso? –pregunté.
—Porque apenas suene el disparo, las avispas del panal que están en el cuerno del venado blanco perseguirán al cazador para picarlo. Los piquetes de estos insectos le darían altas temperaturas al cazador y le ocasionarían la muerte, y ni el j-men podría curarlo.
Don Naas se dio cuenta de mi asombro y luego me dijo:
—Por eso, muchacho, si llegas a poseer la piedra o el gusano del venado, no vayas a quedarte con ellos cuando llegue el día de devolverlo.
—¡Cómo cree! –le contesté-. De ninguna manera. Pero dígame, prométame algo: ¿me podría narrar otra cosa cuando yo regrese?
—Claro que sí –contestó don Naas, y me despedí de él.

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Relatos pintorescos llenos de valor cultural que exponen las raíces más entrañables del escritor Miguel Angel May May. Bastan algunas líneas de su obra para que la imaginación corra hacia los olores, sabores y figuras que evocan los poblados del mayab; el autor plasma el corazón en sus memorias y relatos a través de un estilo ágil y sencillo pero sin dejar de ser fresco y abrasador.
De esta forma Miguel Angel aporta en su trabajo destellos luminosos como fuente de comprensión para la cultura de los pueblos; recurriendo a la esencia de los valores y el recuerdo de un idioma, una forma de concebir el mundo aparte.
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1] Diccionario de Escritores Yucatecos. Peniche Barrera Roldán y Gómez Chacón Gaspar. Segunda Edición CEPSA, 2003.
2] “Cuentos tradicionales Mayas”, Dzul Chablé Irene y otros autores, Colección de Lenguas Mayas Contemporáneas, SEDESOL, 1994. México.